Buda. Nirvana.







Numerosas leyendas rodeaban su nacimiento. Su madre le concibió tras haberle visto penetrar en su seno bajo el aspecto de un elefante blanco. Al nacer, la tierra se puso a rugir, una lluvia de flores cayó del cielo, el agua del mar perdió su sabor a sal, los enfermos sanaron milagrosamente.

Buda o Budha, no es ese buda gordito y bonachón, o en todo caso es otro tipo de buda llamdo de la suerte, pero el Budha que dio lugar al budismo fue Sidartha Gautama, con una representación mucho más delgada.

Vino a este mundo a la sombra de una higuera y tenía en su cuerpo 32 señales, signo de su futura grandeza. Numerosos dioses, entre ellos Brahma, asistieron al acontecimiento.


El personaje cuyo nacimiento se vio acompañado de tales prodigios es Buddha, cuyo nombre significa el “iluminado”, el “despierto”, y que vivió seis siglos antes de cristo. Fundo una religión que ha sido o sigue siendo la de numerosos países asiáticos. Ha ejercido una enorme influencia en el pensamiento, el arte e incluso la política del sur y el este de Asia.




Son tantas numerosas las leyendas que aureolan la vida del buddha, que apenas se sabe lo que fue de hecho, su existencia "histórica".

Vida de Buda

Se cree que nació en el año 563 antes de nuestra era en Lumbini, cerca de la ciudad de Kapilavastu, en los confines de India y Nepal. Se llamaba Siddiharta Gautama y era hijo de Sudhodana, un rajá (príncipe) del clan de los Sakya, y de su esposa, Maya. Se crió en un ambiente de lujo y frivolidad. Se casó a los 16 años con su prima, la bella Yasodhara, y tuvo un hijo, Rahula.

Hasta entonces, nada indicaba que Gautama hubiera de transformarse en un gran místico, en el fundador de una religión. Pero un buen día, cuando contaba con 29 años de edad, salió de su palacio, donde llevaba una vida dorada y segura, y tuvo una cuádruple visión decisiva: vio un anciano, enfermo, un muerto y un asceta mendicante.

De repente comprendió que la existencia humana es dolorosa. Y en adelante, su vida cambiará.


El joven príncipe ha descubierto el sufrimiento y abandona todos sus bienes por compasión para con los hombres. Con el pelo rapado y un vestido de color azafrán (que aún hoy, es el hábito de los monjes budistas), se entregará a la vida errante y mortificada de los ascetas.

Gautama comienza haciendo penitencias y ayunos sumamente rigurosos y relacionándose con los sacerdotes más eminentes de su tiempo. La religión entonces dominante en la india es el brahmanismo, que se había superpuesto a la antigua religión védica, la religión basada en los sagrados textos de las vedas.

El Brahmanismo predica la creencia en un principio creador, el Brahmán, lo absoluto, representación del alma universal, la esencia de todas las cosas. Esta religión se caracteriza por la integración de todos los actos de la vida civil en los ritos y deberes religiosos, y por la supremacía de los brahmanes (sacerdotes).




Pero Gautama no encuentra ayuda espiritual ni en las ascesis ni entre los brahmanes y les abandona. Entonces se dirigen a un lugar hoy llamado Budhgaya, al sur de Ganges. Allí una noche de luna llena, se sienta bajo una higuera. De repente siente que alcanza la revelación suprema y, a la cuarta noche, penetra en el secreto de la verdad. Ve las cosas como son y no como se querría que fuesen. Se ha convertido en el “iluminado”, en el Buda.

Buda se dirige entonces a Benarés. Y allí pronuncia su primer sermón, en el que define las “cuatro verdades nobles”.

La primera verdad es que el dolor lo llena todo, todos los lugares, toda la vida. La segunda es que el origen del dolor está en el deseo: la sed de placeres, el apego a las cosas terrestres. La tercera es que el cese del dolor depende de la supresión de todo deseo. Y la cuarta expone “el noble sendero de ocho apartados” que se ha de seguir para suprimir el deseo y llegar al nirvana, al desasimiento  completo de todo.

Cuando alguien comprende las “cuatro verdades nobles”, se libera de la rueda del sufrimiento, que gira sin cesar. Por eso la doctrina de Buda se representa mediante una rueda: la llanta simboliza el ciclo eterno del dolor, sin comienzo ni fin; y el cubo o eje de la rueda representa el estado en el que el dolor ya no existe.

Buda pasa más de, cuarenta años que le quedan de vida recorriendo el país para propagar su doctrina. Lo esencial de sus enseñanzas está contenido en los libros sagrados del budismo llamados tripitaka, las tres cestas”.

La primera pitaka o “cesta” contienen reglas disciplinares de los monjes. La segunda contiene la Sutra, es decir, los discursos y parábolas del maestro. Y la tercera, análisis posteriores de la doctrina budista.

En el budismo existen dos grandes ramas: el hinayana, o “pequeño vehículo”, reservado inicialmente a los monjes; y el mahayana o “gran vehículo”, para todo el mundo. Pero ambos observan los “cinco nobles preceptos” : 1) no matar seres vivientes sin necesidad, 2) no robar, 3)no ceder a placeres sexuales ilícitos, 4) no mentir,5) no tomar bebidas alcohólicas ni drogas.

Buda tiene ochenta años cuando cae súbitamente enfermo. Por última vez, habla a sus discípulos: “En todos los mundos, visibles e invisibles, no existe más que un único y mismo poder sin comienzo, ni fin, sin otra ley que la suya, sin predilección y sin odio".

Uno de sus discípulos, el fiel Ananda, llora porque el maestro va a morir. Pero éste lo reprende: ¿Cómo puedes todavía sentir dolor, con todo lo que te ha enseñado? ¿Tan difícil es, para hombre liberarse de todo sufrimiento?

Tras hablar de las cuatro verdades y del difícil camino de la virtud, Buda se recuesta y se entrega a una profunda meditación. Suena una melodía divina. Buda entra dulcemente en el Nirvana.

Nirvana

Según esta religión, todo ser vivo se reencarna, tras su muerte, en un nuevo cuerpo para llevar en él una nueva existencia más o menos feliz; sin embargo, el dolor siempre está siempre presente. El único medio de escapar a este círculo sin fin (vida-muerte, reencarnación) es alcanzar el Nirvana.

Acceden al Nirvana los sabios que, como Buda, llegan al conocimiento perfecto, tras una larga serie de existencias terrestres.

Para ello es preciso haberse desprendido de todo apego al mundo, ser capaz de fundirse en el gran todo universal, de fusionarse con el cosmo.

Nirvana no es un paraíso, es un cielo como el de los cristianos. Es más bien, un estado de reposo absoluto, de eterna beatitud. Por tanto, quien entra en el Nirvana ya no se reencarna, no conocerá más el dolor. Se habrá librado para siempre del mal y los sufrimientos de la vida terrestre.


Buda había formado una comunidad de monjes. Para entrar en esta comunidad, los novicios abandonaban su familia y sus bienes y debían respectar estos diez mandamientos: no robar, no matar, no ser impuro, no mentir, no embriagarse, no acudir a espectáculos de danzas o de música, no adornarse con guirnaldas ni perfumarse, no comer por las tardes, no dormir en grandes lechos, no aceptar dinero.

El monje budista observa 250 reglas y no tiene derecho a otras posesiones que estos nueve objetos: tres hábitos, una navaja de afeitar, aguja de coser e hilo, un filtro, un paño para ceñirse la cintura y un cuenco con el que mendigar el alimento diario. No puede comer carne, pues el budismo prohíbe matar seres vivos.

Debe permanecer soltero y entregarse al estudio y la meditación. Duerme sentado, apoyando la espalda contra un árbol o un tabique. Todas estas reglas algunas sorprendentes para nuestra mentalidad occidental, contienen una infinidad de detalles.

Buda desconfiaba de las mujeres, a las que considera, “tan feroces y astutas como los bandidos”. Sin embargo, hoy existen comunidades femeninas budistas en algunos países de Asia. Estas religiosas visten de blanco o de amarillo y se rapan el pelo del cráneo y de las cejas. Viven de modo parecidos al de los monjes.

Budismo

El budismo difiere de otras religiones en numerosos aspectos: no manda a dorar a un dios, ni rezar oraciones, ni ofrecer sacrificios. No hay ceremonias obligatorias ni otras prohibiciones que las puramente morales. No es, como el cristianismo, una religión basada en el amor; más bien se trata de una regla de vida que debe ser benéfica tanto para uno mismo como para los demás. Buda decía: si haces el bien, recogerás buenos frutos para ustedes y para el otro.

En el budismo no hay nada que se parezca al bautismo de los cristianos. Es budista quien reconoce como verdaderas las enseñanzas de buddha, quien sigue sus prescripciones morales, quien contribuye con sus limosnas al sustento de los monjes.
Asóka: el budismo después de buddha.

Buda no dejo ninguna obra, ningún texto escrito; su enseñanza había sido puramente oral. Para que está no se perdiese, un concilio de quinientos monjes se reunió en Rajagriha en el año 483, poco días después de la muerte del “iluminado”. Entonces fue cuando se redactaron las dos primeras “cestas” de la Tripitaka.

Pero pronto empezaron a manifestarse divisiones en el seno del budismo; nadie estaba de acuerdo en cómo interpretar las palabras del maestro. Hubo de reunirse un nuevo concilio; 110 años después, esta vez se intentó reconciliar las diversas tendencias y organizar la comunidad budista en el plano material.

En el siglo siguiente, la doctrina del “iluminado” encontrará en el emperador asóka un eficaz propagador. Asóka fue el primer soberano que reunió bajo su cetro casi toda la india. Subió al trono hacia el año 273 y al principio fue un conquistador como su abuelo Chandragupta contemporáneo de Alejandro Magno. Pero, impresionado por el horror de las masacres y el sufrimiento de su pueblo, cuando llevaba reinando nueve años adoptó el budismo por que vio en él una doctrina pacífica.

Vestido con el hábito azafranado, fue a meditar bajo la famosa higuera sagrada de bdh-Gaya, donde Buda había recibido la iluminación.

En adelante Asóka se dedicaba a difundir la doctrina budista por su imperio. Hace grabar los textos sagrados en roca, grutas, en columnas. Muchas de estas inscripciones han llegado hasta nosotros y citan el nombre de Buda en numerosas ocasiones. Son especialmente conocidas las columnas conmemorativas, con cuatro leones mirando cada uno a un punto cardinal como símbolo de la difusión universal del budismo.

En el año 245, asóka presidio en pataliputra, capital de su imperio, el tercer gran concilio budista.

En él se redactó la tercera “cesta” de la Tripitaka, con lo que el canon doctrinal quedó definitivamente fijado, y se prestó especial atención a la difusión del budismo. El propio Asóka envió a su hijo Mahinda a predicar la doctrina budista en Ceilan. Sin embargo, el budismo se había empezado a escindir en dos grandes tendencias.

En china, el budismo fue introducido en el siglo I de nuestra era y obtuvo considerables éxitos. Pero nunca logró suplantar el taoísmo ni el confucianismo, doctrinas de dos sabios chinos contemporáneos del “iluminado”: Lao- Tse y Confucio respectivamente.

Lao- Tse vivió en el siglo VI. Escribió un libro de unos 5,000 caracteres: Tao-teh- King. Esta obra expone sus puntos de vista sobre el tao, es decir, el “camino”, el “principio primordial”, y sobre la virtud. Enseña que es preciso no oponerse al curso de las cosas y que hay que seguir una vía media.

Confucio (del 551 al 479) es nombre con que el occidente se conoce al sabio kung fu-tse. Hijo de un modesto soldado, jamás pretendió fundar una religión. Era un filósofo y un moralista. Quería ayudar al hombre a seguir la ley de la moderación en todo. Favoreció el culto a los antepasados.

En el siglo VII, el budismo fue introducido en Tíbet. Sufrió un cierto número de modificaciones, cobrando un carácter litúrgico y mágico que no poseía en su país de origen.

El vajrayana, o “vehículo de diamantes”, que es la forma del budismo que entra en Tíbet, recurre a fórmulas mágicas y doctrinas místicas, introduce numerosas diosas y demonios junto a los tradicionales dioses indios, evoca un más halla terrorífico. Acude también a las técnicas del yoga, procedentes de la india y que permiten lograr el dominio del cuerpo y del espíritu mediante una serie de ejercicios.

En el siglo XIV apareció una nueva forma del budismo tibetano: el lamaísmo. Según esta doctrina, el dalai- lama, soberano temporal y espiritual de Tíbet, es la encarnación viviente del buddha. En 1959, el ultimo dalai- lama tuvo que huir ante la invasión de Tíbet por los chinos. El potala (palacio de dalai- lama), es hoy un museo.

En Japón, donde fue introducido en el siglo VI de nuestra era, el budismo conocería un destino menos penoso y allí adaptaría a la mentalidad de un pueblo más propenso a la dulzura de la vida que los habitantes de la india.

En Japón, como en otros países, el budismo se escindió en diferentes sectas. Unas de ellas es el zen, conoció un gran desarrollo entre los samuráis, los guerreros nipones, y goza aún de un cierto prestigio incluso en occidente. No reconoce la autoridad de los textos sagrados del budismo.

Zen, es la abreviación de zenna, que es la transcripción al japonés de la palabra sánscrita que significa “meditación” y en efecto esta doctrina se basa en la meditación en cuanto ejercicio espiritual que conduce al conocimiento profundo del ser a través del conocimiento de la unidad del universo.

Es difícil calcular el número de adeptos con que el budismo cuenta hoy en el mundo, precisamente por la naturaleza misma de esta religión. Las estadísticas son vagas: hablan unos 400 millones de fieles, lo que situa al budismo entre las grandes religiones universales.

El budismo se enfrenta hoy a problemas parecidos a las de las otras religiones. Sin embargo, curiosamente, parece ganar cada vez más adeptos en los países occidentales. Estos nuevos discípulos del “iluminado” buscan sin duda, el socorro del pensamiento oriental para escapar precisamente de la progresiva influencia del materialismo en occidente.

1 comentarios:

Anónimo dijo... [Responder]

considero que todo lo escrito anterior mente revela con grandeza los legados de nuestros antepasados y hacen referencia a nuestras vivencias en busca de un ser supremo.

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